Los ácidos grasos omega 3 han alcanzado una gran valoración en la alimentación de perros deportistas y perros y gatos de edad avanzada, así como en la de todos aquellos animales que padecen enfermedades inflamatorias crónicas (articulares, digestivas, dermatológicas, etc.).
Que hoy en día la nutrición del animal de compañía está a un altísimo nivel es algo indiscutible. Podemos decir, sin temor a confundirnos, que nuestro perro o nuestro gato ya no sólo se alimenta, no sólo “le quitamos el hambre”.
Ahora, nuestra mascota se nutre y, en el mismo y fundamental proceso, previene problemas e incluso trata patologías.
Entre todas las mejoras, cambios y avances nutricionales que se han llevado a cabo, se ha producido la incorporación de unos factores responsables, en gran medida, del espectacular punto de inflexión de la nutrición para mascotas: los “ingredientes estrella”.
Estos componentes de las dietas alimenticias de nuestros animales de compañía pueden tener, entre otros, dos fundamentos:
- El primero hace referencia a la imagen final del producto: decimos que tal o cual alimento incorpora “X” ingrediente. Así, por su originalidad, por su exclusividad, por su conocimiento en la alimentación de los humanos, el alimento se ve engrandecido, alcanza un valor añadido, y se eleva a los altares de los lineales de los puntos de venta.
- Por otra parte, la incorporación de estos “ingredientes estrella” tiene su lógica absoluta, su justificación científica, su realidad nutricional. Además de aportar el valor añadido, puramente relacionado con el marketing anteriormente comentado, realizan vitales funciones para los organismos vivos para los que están especialmente formulados.
Éste, por supuesto, es el caso de los ácidos grasos omega 3. Nos encontramos, por tanto, ante unos justificadísimos ingredientes estrella: su presencia en los envases se anuncia con bombo y platillo, por lo que cubren las dos funciones anteriormente mencionadas: la de marketing y la nutricional.
¿Qué son los ácidos grasos?
Estamos acostumbrados a escuchar en los medios de comunicación que los ácidos grasos omega 3 se encuentran en cientos de alimentos nutricionales humanos. Por ello no nos sorprende su presencia en los productos para nuestras mascotas, e incluso este hecho nos provoca interés y seguridad.
Pero, no sólo de marketing se alimenta el perro. Los ácidos grasos, en general, podrían ser definidos como los lípidos de mayor importancia, como “los primeros de la clase”.
Estos ácidos grasos se caracterizan por el número de átomos de carbono (cadena corta, media o larga) y por el número de enlaces químicos dobles entre dichos átomos de carbono; según el número de enlaces pueden clasificarse en:
- Saturados: sin enlace químico doble entre dos átomos de carbono.
- Insaturados: con entre uno y seis enlaces dobles.
Alimentos con ácidos grasos omega 3
Los ácidos grasos omega 3 son una familia “independiente” dentro de la gran familia de los ácidos grasos poliinsaturados. Esta singular familia procede de un ácido graso: el ácido alfa-linoleico (AAL), con 18 átomos de carbono y 3 enlaces químicos dobles.
De él derivan dos ácidos grasos muy importantes: el ácido eicosapentaenoico (EPA), y el ácido docosahexaenoico (DHA).
Las fuentes naturales de los ácidos grasos omega 3 son determinados aceites vegetales (lino, colza, soja) que contienen una cantidad nada despreciable de AAL (precursor del EPA y del DHA).
Sin embargo, el EPA y el DHA se encuentran únicamente en forma concentrada en los aceites de pescado y en las algas.
El EPA y el DHA están presentes en la leche materna. Su actuación sobre el correcto desarrollo del cerebro y de la retina de las crías es fundamental. Podríamos decir que la madurez del sistema nervioso del joven animal tendrá una íntima relación con la concentración de DHA en la leche de su madre.
En algunas ocasiones podremos escuchar que al DHA se le denomina ácido cervónico, debido a que el cerebro es el órgano que más cantidad contiene de este ácido graso. Los carnívoros salvajes, más concretamente los felinos, consiguen su “dosis” necesaria de DHA consumiendo el cerebro de sus presas.
Los ácidos grasos omega 3 de cadena muy larga (EPA y DHA) se encuentran de forma concentrada en los aceites de pescados grasos de los mares fríos, como el salmón, la caballa, el arenque o el fletán, entre otros.
También se encuentran en el fitoplancton y en las algas unicelulares que, tras ser ingeridos por los peces, gracias al ingenio y sabiduría de la natural cadena alimentaria, quedan almacenados en su tejido adiposo.
Funciones principales de los ácidos grasos omega 3
Los ácidos grasos omega 3 son utilizados por muchos motivos, entre los que podemos destacar:
1 Función antiinflamatoria: inhiben la síntesis de ciertos mediadores químicos de los procesos inflamatorios. 2 Mejoran los resultados de los animales deportistas. 3 Actúan de forma positiva en la oxigenación cerebral, algo de gran importancia en los animales de edad avanzada. 4 Mejoran la capacidad de aprendizaje en los animales jóvenes.En el caso de los ácidos grasos omega 3 de cadena muy larga (EPA y DHA) podemos resaltar de forma principal su función antiinflamatoria, pero no sólo ésa: un alimento enriquecido con EPA y DHA proporcionará al animal que lo consuma una protección adicional de las funciones cardíacas y renal, gracias al efecto sobre la fluidez de la sangre y a su acción antihipertensiva.
Pero además ejercen otra importante acción: disminuyen el riesgo de presencias tumorales… ¿interesante, no?
Como hemos podido comprobar, los beneficios aportados por los ácidos grasos omega 3 son claros, evidentes y con confirmación científica sobrada. Pero, debemos tener presente que hacen una gran función dentro de un alimento completo, como parte de una dieta equilibrada.
Intentar suplementar una dieta de alta gama con algas, aceite de soja, salmón, etc. para conseguir un mayor aporte de ácidos grasos, sólo consigue desequilibrar la dieta y poner en riesgo la salud del animal.
Los buenos alimentos para mascotas están en manos de buenos profesionales.
Extraído de: Carlos Rodríguez, ¿Qué son los ácidos grasos omega 3?, Ateuves 10, pags. 22-26.
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