Cada cachorro tiene sus preferencias y seguro que cada uno preferirá jugar de una manera diferente. Hay que conocerlos un poquito para ofrecerles el juguete más adecuado a su manera de ser.
¿Cuándo empiezan a jugar?
Los primeros indicios de juego aparecen hacia las cuatro semanas de edad. Los cachorros no juegan solos, interaccionan con su madre y sus hermanos. A pesar de realizar movimientos bastante torpes, el cachorro empieza a tomar conciencia de su cuerpo gracias a los lamidos y suaves mordiscos. Más adelante, ya puede empezar a jugar solo con un objeto: al igual que si se tratara de una presa, el animal defiende su juguete cuando otros congéneres intentan quitárselo. Otro punto importante que se desarrolla de forma temprana es el mordisco, o dicho de otro modo, la capacidad de saber si el mordisco hace daño o no. Cuando un cachorro aúlla, tanto el agresor como el agredido detienen su interacción. Es importante que el propietario no actúe en estas situaciones para que los animales aprendan a solucionarlo por ellos mismos. Al oír el quejido de su hermano el perro sabe que ha mordido demasiado fuerte y que, por lo tanto, debe suavizar la mordida si quiere que el juego no se detenga.
¿Cómo evitar los mordiscos?
El mordisqueo en los cachorros es una conducta natural y totalmente necesaria. Lo que ya no es tan normal son los mordiscos de adulto, para evitarlos hay que enseñar al perro a controlar la fuerza de sus mordiscos. Si el propietario es demasiado impaciente y prohíbe esta conducta, el perro adulto no sabrá que sus mordiscos pueden ser dolorosos y es probable que se enzarce en peleas con otros perros. No hay que ser condescendientes con los cachorros que muerden. Si la presión del mordisco es excesiva, el propietario tiene que agarrar al perro y alejarlo ligeramente mientras exclama “¡No!”. En ese momento se detiene el juego, así el cachorro verá que si muerde muy fuerte se acaba la diversión. Hay que dejar pasar unos minutos y reanudar el juego hasta lograr que el perro controle la fuerza del mordisco.
No hay que aburrirse
Conviene evitar los periodos largos de juegos, es mejor que sean breves y estén repartidos a lo largo del día. El propietario es el que siempre inicia y finaliza las sesiones de juego y al acabar debe guardar los juguetes para que el perro no se canse de ellos. Así mismo, también debe finalizar la sesión siempre que el animal se porte mal o juegue con excesiva brusquedad. Si el propietario retira el juguete con brusquedad, el perro puede desarrollar conductas de protección. Lo mejor es “negociar” con el animal y ofrecerle una bolita de pienso a cambio de su juguete.
¿Qué juguete escoger?
Escoger un buen juguete para un cachorro resulta casi tan difícil como hacerlo para un niño, y al igual que sucede con nuestros pequeños debemos tener en cuenta una serie de precauciones antes de escoger el juguete apropiado. No ha de ser tóxico, tampoco se debe astillar ni romper. Los juguetes han de tener un tamaño suficientemente grande para evitar que se los traguen y en cuanto empiecen a romperse en trozos pequeños hay que retirarlos. Conviene descartar juguetes con piezas pequeñas que se puedan desprender, como silbatos, cascabeles o cintas. Aunque parezca una tontería no se puede utilizar cualquier cosa como juguete; por ejemplo, palos, piedras y piñas no son buenos compañeros de juegos. Aunque son baratos y fáciles de encontrar en los paseos diarios, desgastan los dientes del perro y, si el animal está muy entusiasmado, se los puede tragar y clavar en la garganta. Tampoco las zapatillas son un buen juguete, ya que en este caso el can puede pensar que todos los zapatos de la casa son buenos para mordisquear. Hay que enseñar al perro a diferenciar entre “sus” objetos y los que están prohibidos, como zapatillas, ropa y demás.
- Algunos juguetes
- El frisbee
A los perros les encanta correr y saltar, por lo que el juego del frisbee es ideal para ellos. Consiste en algo tan sencillo como lanzar un disco de plástico que el perro debe recoger en el aire. Hay que tener la precaución de jugar en un sitio plano y sin piedras o arbustos.
Juguetes para mordisquear
De entre todos los juguetes para mordisquear destacan los que se pueden rellenar con comida (trocitos de queso, etc.). Se pueden utilizar para desarrollar el sentido del olfato del animal, para ello se esconde el juguete detrás del sofá o de un armario y se le incita a que lo busque. Otros juguetes están rellenos de agua y se pueden congelar.
Conclusión
Así pues, hay que remarcar la importancia que el juego tiene para el perro ya que le enseña nuevas conductas, le estimula a realizar ejercicio físico, etc. En definitiva, constituye un momento de alegría para animal y propietario necesario para establecer fuertes vínculos entre ambos.
Extraído de: Caterina López i Rigo. El juego en el cachorro. Ateuves nº 21, pp. 22-25
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