De todos los tipos de alergia que pueden afectar al perro, la más habitual es la picadura de pulga y, en segundo lugar, la atopia.
Esta patología se manifiesta como una dermatitis y está producida por alergenos (sustancias que estimulan la formación de anticuerpos) que penetran en el organismo por inhalación, absorbidos a través de la piel y, posiblemente, también por el aparato digestivo. Normalmente se producen sólo lesiones en la piel, aunque en un 15 % de los casos el animal puede padecer también rinitis o asma.
Características de las lesiones
Shar Pei, Teckel de pelo duro, Golden Retriever, West Highland White Terrier y Dálmata son sólo algunos ejemplos de la predilección racial de esta patología en la especie canina. Los gatos, por su parte, la presentan con la misma frecuencia sin distinción racial.
En los animales afectados, las lesiones aparecen por primera vez entre los 6 meses y los 7 años de vida, aunque lo cierto es que la mayor parte de los animales de 3 años genéticamente predispuestos han mostrado alguna vez los síntomas.
En un principio, las lesiones son de carácter estacional, es decir, aparecen únicamente en determinadas épocas del año. Sin embargo, con el paso del tiempo aproximadamente el 75% de los pacientes muestra síntomas, independientemente del momento del año en que se encuentren.
Las lesiones, que aparecen en la piel de los pies, la cara, las orejas, las axilas y el abdomen, producen un intenso prurito (picor). El constante rascado del animal hace que evolucionen hasta convertirse en autotraumatismos, que agravan aún más el estado del paciente. Además, en ocasiones se produce una infección secundaria por levaduras o bacterias, e incluso se complica el cuadro primario con la aparición de otitis externas.
Criterios de diagnóstico
El diagnóstico de esta enfermedad se basa en la historia clínica del paciente, en los signos que presenta y, además, en la existencia de una serie de criterios establecidos en la década de los 80 y revisados y modificados en años posteriores. Actualmente, se considera que un perro es atópico cuando el paciente presenta al menos tres de los criterios mayores. Los criterios menores no permiten por sí solos diagnosticar la enfermedad, pero sí confirmar su existencia.
Criterios mayores:
- Prurito.
- Morfología y distribución típica facial o digital y liquenificación de la superficie posterior de la articulación del tarso y/o la superficie anterior del carpo.
- Dermatitis crónica o crónica recidivante.
- Historia familiar o individual previa de atopia.
- Predisposición racial.
Criterios menores:
- Aparición de los síntomas antes de los 3 años de edad.
- Eritema facial y queilitis (inflamación de los labios).
- Conjuntivitis en ambos ojos.
- Inflamación de los folículos e infección por estafilococos.
- Sequedad de la piel.
- Exceso de sudoración. Positividad a la prueba intradérmica inmediata.
- Aumento de Ig E específica de alergeno.
Tratamiento específico
Una vez que se ha establecido el diagnóstico, se puede tratar al paciente mediante un proceso de desensibilización, es decir, eliminando de su ambiente los alérgenos causantes de la enfermedad. Para ello es necesario, en primer lugar, determinar qué alérgenos son los responsables del proceso, generalmente con la realización de un test de intradermorreacción. De esta manera, se inoculan en el animal los más comunes para comprobar la reacción que provocan. Aquéllos que dan lugar a una reacción visible se consideran positivos y, por tanto, causantes del proceso. Una vez conocidos, se debe mantener al animal lo más alejado posible de ellos a la vez que se le instaura un tratamiento para paliar los síntomas.
Definición
La atopia o dermatitis atópica es una dermatitis alérgica inhalatoria muy común en perros y gatos, que se manifiesta con lesiones muy pruriginosas en la piel de los pies, la cara, las orejas, las axilas y el abdomen.