Los perros se comunican mediante ladridos, gruñidos, gemidos, bufidos, etc. De todos ellos el ladrido es el sonido que puede generar más conflictos entre la familia. Para solucionarlo, hay que averiguar previamente por qué lo hace.
Al igual que los humanos, los perros utilizan varios medios de expresión para comunicarse. Los principales canales son el olfativo, el visual y el vocal. Respecto a este son varios los sonidos dedicados a expresar estados emocionales. Desde cachorros emiten ruidos para pedir ayuda a la madre o para conseguir comida, de mayores, este tipo de comunicación se va perdiendo, sólo los sabuesos tienen un variado repertorio de voces que permiten a los cazadores seguir sus pasos. De todas las formas de comunicación, el ladrido es la más sonora y también la más comprensible a escala humana. Además del ladrido, los perros también intentan comunicarse a través de gruñidos, gemidos o aullidos.
De todas estas posibilidades, el ladrido es el que más conflicto genera ya que puede llegar a ser una fuente de contaminación acústica, acarreando un problema que causa malestar en la familia y que puede derivar en denuncias de los vecinos y dar lugar al abandono o la eutanasia del animal.
Un problema de ladrido excesivo es con frecuencia difícil de corregir por ser una conducta con un componente instintivo muy elevado, y porque en muchas ocasiones se autorrefuerza. Por ello es imprescindible que a la hora de abordar este trastorno, haya una buena colaboración entre el veterinario-etólogo, los propietarios y los adiestradores.
Antes de abordar las posibles soluciones aportadas por los diferentes estudios, adentrémonos en saber qué utilidad tiene el ladrido.
Características y función del ladrido
Existen numerosos estudios que señalan que el tipo de ladrido está relacionado con el contexto y que aporta información valiosa acerca del estado emocional del animal. Bien es cierto que hay algunas razas más propensas a los ladridos que otras. Las más ladradoras son los perros de jauría (beagles, bassets, bloodhounds, etc.) y los terriers. Entre las más silenciosas se encuentran las razas más primitivas (las más cercanas al lobo) como el Husky Siberiano, el Alaskan Malamute, el Akita o el Chow Chow.
La función del ladrido ha sido analizada en varios contextos y se asocia a situaciones de:
- Demanda de atención o solicitud de comida.
- Conducta territorial defensiva y de agresividad protectora.
- Conflicto, miedo o ansiedad.
- Aislamiento o separación.
- Caza
- Pastoreo
- Juego e interacciones sociales.
- Conducta de cooperación del grupo.
- Disfunción cognitiva (demencia senil).
- Ladrido condicionado.
Hay quien también clasifica los diferentes tipos de ladrido, dándoles una interpretación:
- Territorial: es un ladrido fuerte y repetitivo, que se irá volviendo más grave a medida que el intruso se acerque.
- Aviso: es un ladrido grave y espaciado que sirve para llamar la atención sobre un posible peligro.
- Miedo: en este caso, suele ladrar retirándose hacia atrás, con un ladrido corto y agudo, procurando que lo que representa una amenaza no se le acerque.
- Ganas de jugar: cuando un perro quiere jugar estira las patas delanteras, manteniendo levantados sus cuartos traseros, y ladra de forma repetitiva y aguda.
- Llamar la atención: para conseguir algo, un perro puede ladrar de forma insistente y repetitiva en un tono agudo.
- Frustración: cuando un perro se queda solo y sufre ansiedad, ladra de manera compulsiva, a un volumen muy elevado y de forma muy nerviosa.
- Neurótico: es un ladrido rítmico y constante, siempre en el mismo tono, que es propio de perros que padecen algún tipo de neurosis.
*Extraído de: Cristina Castillo y Rosalía Domínguez. El ladrido excesivo ¿qué se puede hacer? Ateuves 49, marzo/abril 2014, pp. 28-31.
2 comentarios
Un articulo muy útil para trabajar en clínica y para aquellos que aun no tenemos un amigo canino (aun…)
Saludos de un lector muy contento 🙂
¡Así da gusto leer comentarios! ¡Muchas gracias, Eder! 🙂